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Ucronía​: Mario Buffone

Por: Mario Buffone
 
La descentralización

 

La democracia es definida generalmente como el “gobierno del pueblo”. Ahora bien, el poder tiene mayor legitimidad a medida que su origen (y sus
decisiones) se acercan más a los ciudadanos. La Guerra Federal (1859-1863) fue el conflicto que más pérdidas humanas y materiales creó a nuestro país.
Los vencedores de la contienda sostenían que el sistema federal, es decir, el que permite que los estados y municipios tengan autonomía para tomar decisiones sobre los asuntos que corresponden a sus entidades, era el mejor para gobernar. Sin embargo, a pesar que el escudo nacional posee un homenaje a la Federación, esto sólo constituyó una mera formalidad que no se hizo realidad por muchos años. Todas las decisiones estaban centralizadas y los designios de los funcionarios de Caracas prevalecían sobre la actuación de los representantes de los gobiernos estadales y municipales. Esta situación generó que muchos recursos fueran destinados a la capital y zonas circunvecinas por los gobernantes militares y sus testaferros civiles. Hay ejemplos más que elocuentes, Antonio Guzmán Blanco (1870-1887) y Marcos Pérez Jiménez (1952-1958), considerados por muchas personas como “progresistas” debido a una cantidad de obras de infraestructura gestionadas durante sus períodos y parecen no reparar en que la mayoría de esas obras se edificaron en Caracas y sus alrededores. Al llegar la democracia civil en Venezuela en 1958 encontró un país donde la capital era un hermoso lugar que servía de vitrina para demostrar las bondades de la dictadura perezjimenista, pero el resto del país estaba abandonado. La actuación de los gobernantes civiles y democráticos fue apuntar a la dotación de las entidades federales de mayor poder para autogobernarse, pero eso llevaría algún tiempo porque había que construir primero los cimientos de la democracia. Se comenzó entonces por crear instituciones de planificación regionales que se encargarían de elaborar y ejecutar proyectos de desarrollo. En ese sentido se creó en 1960 la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), que administra además las empresas básicas de Estado; en 1964 el Consejo Zuliano de Planificación y Promoción (CONZUPLAN), la Fundación para el Desarrollo de la Región Centro Occidental de Venezuela (FUDECO) y Corporación de Los Andes (CORPOANDES); en 1969 la Corporación de Desarrollo de la Región Zuliana (CORPOZULIA); en 1970 la Corporación de Desarrollo de la Región
Noriental (CORPORIENTE); en 1972 la Corporación de Desarrollo de la Región Centro-Occidental (CORPOCCIDENTE); en 1981 la Corporación de
Desarrollo de la Región de los Llanos (CORPOLLANOS) y la Corporación de Desarrollo de la Región Central (CORPOCENTRO); en 1982 la Oficina Regional de Planificación y Coordinación (ORCOPLAN) y en 1988 la Corporación Venezolana del Suroeste (CVS). A esto se unió la promulgación de la Ley Orgánica de Régimen Municipal (1978) que permitió darle carácter legal a las asociaciones de vecinos y la separación de las elecciones municipales de las nacionales. Hubo sólo dos elecciones de este tipo (1979 y 1984) y se escogieron los concejos municipales. En 1984 inició sus funciones la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE) que elaboróvaliosas propuestas como la Ley de Elección y Remoción de Gobernadores (1988), hasta ese momento nombrados por el Presidente de la República, la reforma a la Ley Orgánica de Régimen Municipal (1988) que creó la figura del alcalde y estableció su elección por voto popular, igual que los gobernadores y la Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencias del Poder Público (1989) que especificaba las funciones que serían trasladas a los estados y municipios y aumentaba el situado constitucional de 15% a 20% del total de ingresos ordinarios del presupuesto.
Esto permitió la realización de las primeras elecciones regionales y municipales el 3 de diciembre de 1989 y hubo otras en 1992, 1995 y 1998. En 1993 se aprobó la creación del Fondo Intergubernamental para la Descentralización (FIDES), cuya función era trasladar parte del monto recaudado por el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a través de proyectos a los estados y municipios para su desarrollo. Esta hermosa historia cambió a partir de la llegada al poder de Hugo Chávez, cuando revivieron los fantasmas del militarismo centralista desacatando la concepción federal y descentralizada de la constitución de 1999: se arrebataron competencias a los estados y municipios, se eliminaron las parroquias e incluso se negaron recursos o se crearon gobiernos paralelos en entidades cuyos titulares no eran afectos al “proceso”. Esta situación de arbitrariedad aumentó con la amenaza de establecer un “Estado Comunal” sin asidero constitucional y rechazado por el pueblo en el referendo de 2007. De nosotros depende que esta iniciativa negativa no prospere y se mantenga la libertad, incluso para aquellos que inconscientemente conspiran contra ella.
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