La caries temprana de la infancia afecta a 8 de cada 10 niños de menos de 3 años de edad.

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La odontopediatra Mónica Pérez Yépez asegura que es un problema de salud bucal derivado de la falta de educación al respecto, tanto en el hogar como en la escuela. Por ese desconocimiento, muchas madres dejan el tetero o el pecho en la boca del bebé por mucho tiempo, y suelen darle de comer alimentos ricos en azúcares, como cereales, bebidas achocolatadas y refrescos.

Los dientes comienzan a aparecer, en promedio, a los seis meses de edad, y el riesgo de caries empieza al primer año de vida del niño. La placa bacteriana se transmite a través de la saliva de la madre, incluso al besarlo o al darle de comer con la misma cucharilla con la que prueba la sopa o la compota, explicó la especialista. Al dormir no se produce saliva, pero sí más ácido en la boca, lo que daña el esmalte de los dientes y los hace propensos al daño.

La principal señal de la caries temprana son las manchas blancas alrededor de las encías, que indican la descalcificación del esmalte y la aparición del problema de un momento a otro.

La mayoría de los niños llegan al consultorio con las caries formadas. El tratamiento va desde la aplicación de un barniz de flúor especial que fortalece el esmalte hasta las técnicas de cepillado. En los casos más graves se debe recurrir a cirugía para acomodar los dientes. “Esto implica más riesgos para el niño, que debe ser intubado, más gastos para los padres, porque se realiza en clínicas, además de que en el país son pocos los especialistas que practican ese procedimiento”, aseguró Pérez Yépez.

La odontopediatría moderna se inclina a técnicas menos invasivas, por lo que se recurre a herramientas para quitar la caries lateral y a materiales especiales para bebés, que liberan flúor.